7.10.2007

ARQUITECTURA DEL PENSAMIENTO ( I )

Segunda escena.

-Bueno, ahora dígame porqué asume las características de las personas con las que usted se encuentra.

-Es... es para protegerme.

-¿A que se refiere? (...) ¿Que quiere decir con protegerse?

-Protegerse. Ser... ser igual a los demás.

-Hum... Quiere... quiere sentirse protegido.

-Quiero gustar.

-Aja.

El síndrome de Zelig reseñado en las anteriores líneas parece estar insertándose dentro de la ciudad periférica con un arraigo ingente, extendiendo sus ramas como un virus. Una epidemia que carcome todo el paisaje urbano y lo esta convirtiendo en una oquedad habitada.

Como una referencia en la descripción del significado del síndrome de Zelig, éste hace que algunos edificios tomen la “actitud” de corrosión que su entorno (no solo físico) les muestra. La concepción actual de las construcciones en varias partes de la ciudad esta siendo la añadidura homogénea del déficit social y económico, lo cual se hace presente en esa “protección” de la edificación.

El degradante paisaje de la zona periférica se muestra hoy en Cartagena, tan contrastante en comparación con partes de la zona turística, hace quizá ingerencia en la mala situación económica en la que muchas personas -realmente- están, y en las que otras se encuentran -imaginariamente-. También puede ser mala planificación… es complejo afirmar.

En todo caso, sea económico, social, de no-planificación u otros aspectos, la ciudad que irónicamente debería ser “bella”, se sintetiza en un terreno que posee dos huecos con límites estrictos: uno para mostrar, otro para ocultar (ni mirar!). De estos dos, el último esta desesperada e incontroladamente creciendo afectando a cada construcción que se avecina a realizar y hasta tiene una tendencia a influir en el otro hueco. Haciendo que cada una de construcciones camine por una aventura a la deriva, en donde se tiene “pensado” algo, pero no se sabe si en verdad se “concretará”.

Es la arquitectura del pensamiento: edificaciones que se presentan como "des-construcciones" de un procedimiento que elide el producto final, el cual desea llegar a él (final), pero aspectos ajenos lo desvían ó lo letarga, no lo dejan sobrellevar los obstáculos y lo empapan del decaimiento de la voluntad.

Plétora de lo que el entorno “descolorido” le enseña: las varillas se elevan desnudas hacia el cielo, medio sumergidas en un concreto duro estancado en el camino; los ladrillos yacen expuesto al ambiente y concomitan la “nefasta ornamentación" de construcciones inacabadas que gritan finalidad, pero que han sido “infectadas” por una enfermedad que, a pesar, de tener cura, muchos no la quieren sanar; no quieren mirar!.

Y se necesita mirar... observar, ya que ese “hueco” también es la ciudad.

No hay comentarios: