Una isla llena de conmemoración histórica sostiene mis pies y siento como el calor empieza a desgarrar mis fluidos. Muy deprisa trato de no encontrarme con un dolor a muerte que cauterizaría mis sueños y mis deseos ó quizá, me dejarían viviendo de una forma donde el tiempo no caminaría. Entonces llego al comienzo de una serie de escenas de las cuales desconozco su inicio y de las que solo percibiré fragmentos, pero ellas son las que le dan esencia a esta ciudad.
Levitando muy suavemente, mi mente navega sobre ondas de altos y bajos que retumban en mi interior causando un estado de indisolvencia; ellos emboten mis oídos masturbados por los años y los someten a una excitación extrema. El ambiente se llena de una falacia encriptadora y llena de conjeturas. Remo.
Entre tanto el caos se apodera mi vista y no tengo salida, sin embargo, pequeñas aberturas se van deslizando hacia mí, logrando que escape a ese monto y muy pronto llegue a otro. De repente el sonido es tanto que parece un silencio divino, entonces mis fosas nasales empiezan a sentir la muerte como aroma, rápidamente giro y me desplazo inconscientemente con un signo de auto protección.
Alguien se me acerca proponiéndome que le compre, y despiadadamente un flujo de aire maligno me golpea casi despojándome del equilibrio, dándome cuenta que este sujeto llevaba un alma en pena que le estaba carcomiendo el espacio entre su cuerpo y sus brazos, decidí seguir mi recorrido encontrándome con chispas que salpicaban emanando un olor de aceite quemado, alimentos desnudos, expuestos al ocaso descansan relajados enamorando a caminantes como yo y esperando ser comidos. Contiguo surgen hediondeces que se tratan de camuflar con el aroma a comida, que aunque no sean del deleite de todos, son el sustento de muchos.
La incertidumbre me atrapa y no se si seguir, hasta que veo la marea con poco flujo y cruzo. Con este paso la burbuja que me rodea siente mas el oxigeno, respira y nota que junto con él se van amarrando elementos que desvirtúan el hedonismo de estar resguardado de nuestro astro rey y mas aun por el conflicto que vaticina un cliente insatisfecho.
Zigzagueando esquivo distintos olores: dulces, amargos, enamorados, decepcionados, afanados... también el de carne ahumada que te busca como cazador a su presa. Me detengo y atravieso el flujo mortal, luego mas tranquilo hallo un conglomerado de nichos efímeros de los cuales y de cada uno se despiden decibeles que podrían derrumbar la muralla; al parecer la competencia consiste en saber quien puede aturdir mas con las frecuencias de sus voces y no el vender. –
De repente, siento un viento que contrasta con los aires desgarradores de mis fluidos y hay alivio; esencias tratan de repeler el dentro del fuera, empero las frecuencias no han bajado de su nivel, todo se llena de un jolgorio ingente exfoliado por personajes aledaños. Me detengo.
Espero... dejando que aparezca la luz que indique –paso-, no me quiero topar con el dolor a muerte. Y con atisbo observo como personas me analizan buscando no se que, entonces surge en mi una impaciencia y me lanzo sin prevención, sin remordimientos al flujo mortal; mi corazón se acelera y no pasa a mas. Continuando el panorama se muestra secuencial, alaridos y montos de gente que hacen parcializar el ritmo de la caminata. En un rato de igualdad de escenas, asciende una voz que supera todos los esquemas: se trata de un personaje quien predica algo del supremo, pero no huele a divinidad, la atmósfera se llena de un desazón y de burla por aquel tipo; para mi es algo inocuo, pero que marca un cambio entre estos intersticios percibidos. Dejando este acto entro en un túnel permeable con olores que marcan una escisión entre ellos mismos, acompaña un conflicto de sonidos no ortodoxos que crea un ambiente en donde el transeúnte divaga; olores y música no compaginan, empero estimulan las neuronas que electrizan al cuerpo sintiéndolos vivos.
Me sumerjo en otro cobertizo verde que aplaca el karma del ocaso, a pesar de estar durmiéndose, el sol no deja de expeler su poderío y me tiene destilando ríos por mi cuerpo. Este paso el cobertizo se muestra excluido, mas nichos efímeros se aglomeran alrededor de él creando una barrera para capturar a los caminantes alejando así, el ambiente que puede estar mas purificado. Sonidos frígidos de alerta nacen de los flujos mortales y se entrelazan con los de cuerdas vocales que hablan, los alaridos se han apaciguado y los aromas también lo han hecho, se aspira ahora un olor de frustración y desempleo, personas murmuran en voz alta la política, la situación de ellos, y cuentan chismes; se mezcla entonces los frutos de lo afrodisíaco, las salsa con carne, y lo cotidiano, olor a dinero redime el aroma de entretenimiento vocal y mi estomago despierta.
Las apariencias son engañosas pero percibo que solo he pasado por dos intersticios articulados por una escena: la del sujeto haciendo un llamado hacia “la eternidad” o hacia un fin propio, para poder comer. Pienso.
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