12.21.2021

Jordan también juega fútbol

Aunque era un día común de la semana, el momento parecía festivo. La algarabía la ponían los niños y algunos jóvenes que se entremezclaban con distintos “partidos” de balompié en simultáneo, sin casi interrumpirse entre ellos. Adicionalmente, un picó* lejano (que estaría a unos cien metros entre los laberínticos pasillos del pequeño poblado) ambientaba con buena música de descarga**, de aquella que aún sigue siendo parte de la identidad caribe. 

Entre un pase y otro del balón, el grupo más numeroso de niños corría de un extremo al otro de ese espacio, donde habían unas improvisadas porterías organizadas con cajas de cervezas. Podría parecer que aquel juego de los niños lo auspiciaba la fábrica cervecera, así como en las grandes competencias o ligas del deporte. Era una parodia ver cómo un elemento de adultos, con la etiqueta de “el exceso de alcohol es perjudicial para la salud” le daba sentido al “lugar de juego”, pero que en realidad, era un espacio que adoptaba su carácter o quizá denominación, a partir de las actividades que se realizaban en el, y por ende, los elementos que allí se disponían con sus variadas posibilidades de configuración.

Mientras veía la escena que más adelante se fotografió, pensaba en la distancia que existe dentro de las diferentes realidades que vive la gente, que sean conscientes o no, crean un inmenso crisol de formas para avanzar sobre las circunstancias. Algunos lo llamarán resiliencia, pero tenga el término específico o de moda que tenga, la búsqueda está en aquellos factores que, aun en la vileza (o situación dura), se sobrepasan, se adaptan o se acomodan… y aunque pueda ser fútil esta reflexión, los impactos que llevan a aproximarse a conocer y tratar de comprender estas realidades, marca una diferencia en la manera de hallar las posibilidades de mejorarlas o cambiarlas.

Los juegos avanzaban, en sentido plural por los grupos que se divertían en paralelo, y empezó a destacarse en uno de estos partidos un niño con una camiseta de baloncesto. Con gran claridad se veía marcado en su espalda el número 23 y por encima la palabra “Jordan”; de ahí surgieron algunas cuestiones, sólo para establecer un marco de realidad. Me preguntaba qué tanta cercanía tendrán estos chicos con el deporte del baloncesto, si en ese escueto espacio, que tomaba distintas denominaciones, no había un tablero con un aro para la práctica del juego. Por otro lado, y más enfocado en esta camiseta, pensé: ¿conocerán a los Chicago Bulls?. Probablemente sí, y a la vez me dije: ¿cómo un niño que juega fútbol se interesa por llevar una camiseta del basquetbolista más famoso de los años 90 (y de la historia del baloncesto)?, ¿o será que la lleva puesta porque fue la alternativa del momento?.

No es desconocido que el balompié es el deporte más practicado en el mundo y se debe a que con una simple pelota y alguna abertura que se designe como portería se puede jugar, así como lo hacían en aquel escenario convertido en campo de juego. El poder que hace predominar este deporte, en estas circunstancias y contexto, logra que otras disciplinas parezcan diluirse, tanto así que los niños al convidar “a jugar”, ya saben casi por defecto qué jugarán. Y cuando se menciona la palabra “cancha”, entonces el imaginario conecta con un espacio para el balompié.

Difícilmente habría este espacio al aire libre en un desarrollo informal, sin embargo, este patio de juego resultaba ser una reserva dentro de ese intento de trama urbana, en un asentamiento poblado a la deriva y en la deriva. ¿La comunidad habrá conservado ese espacio adrede?.

Algo cierto es que la ausencia de alternativas no da oportunidades para ampliar la perspectiva, frustra en gran medida que surjan y se potencialicen capacidades o el talento que viene desde el nacimiento y que requiere explotarse. Creo que el crecimiento de una sociedad va en función a las posibilidades para conocer, para experimentar, para colaborar. Tal vez un aspecto que constriñe esto está ligado a la nula infraestructura, que aparte de ser una construcción física, es también una oportunidad de empezar a desarrollar habilidades.

Este niño representa, para mí, uno de los muchos casos en nuestro territorio que se recrea, de manera audaz, con cualquier elemento que se consigue en su entorno y lo amolda a su objetivo. Con todas las vicisitudes que existen en su forma de vivir y, aún más, en su modo de habitar, estas comunidades resisten y se sobreponen a las circunstancias para poder seguir andando, creciendo en donde las alternativas para el esparcimiento de su tiempo libre se reducen a una solución escueta que coarta el desarrollo.

A pesar de que se llegue a pensar que la creatividad se desborda cuando se es recursivo con las situaciones, es más una mezquindad para la comunidad, para todos y para ese infante que lleva una camiseta de baloncesto para jugar fútbol, que quizá no tenga otro deporte que practicar, que no tiene, realmente, una cancha para su recreación, empero tenga todas la ganas de divertirse entre esos múltiples juegos, porque no hay más espacio donde hacerlo.

Foto: Mauricio Torres-Nuñez


*Picó: término que se refiere a una máquina de sonido en el contexto del Caribe. Popular para colocar música salsa, africana(soukous, lingala,etc.), antillana, champeta, entre otras derivaciones.

**Música de descarga: atribuida a la denominada Salsa brava o dura, las descargas son piezas musicales en donde los músicos tienen un momento de improvisación donde “descargan” todo su talento y creatividad.

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