11.28.2013

Gastronomía Arquitectónica: un escrito sobre como vinculo a la Arquitectura con la comida.



La comida y el vino me inspiran, principalmente cuando se piensa/habla sobre arquitectura. Los sabores que se van mezclando, brindan sensaciones que hace viajar de un sitio a otro. Es un recorrido por un mundo distinto -poco terrenal, más espiritual-. Aun así, la experiencia de recorrer un espacio- en arquitectura- se puede enlazar con una sensación del gusto cuando te sorprende, cuando te produce emociones, en ocasiones que desconocías, cuando te da placer o, tan sencillamente, cuando te hace experimentar.

Aunque los ejemplos llegan a ser diversos y múltiples, este post solo hablará de dos edificaciones, que también son dos culturas, dos épocas, dos experiencias, seleccionadas por considerase unos ejemplos contundentes (o por simple capricho); son de esas apariciones que te mueven con gran vehemencia proporcionando cambios, pensamientos, preguntas y más preguntas. 

Empezaré en el Caribe colombiano, donde se ubica una construcción aunque de varias centenas, tiene gran "presentidad" -como diría en sus términos  P. Eisenman-. Y hago referencia a este término porque hay algo especial en la espacialidad de esta, en su morfología, en cómo se resuelve toda la construcción sobre el terreno. Cabe anotar que esta es una edificación construida con la finalidad de defender a la ciudad, es decir, es una de las fortificaciones que se alzaron en Cartagena de Indias a lo largo de sus días de colonia. Dicho esto, me refiero al castillo de San Felipe de Barajas.

Existe algo en dicha fortificación, sin alejarse de lo místico y mágico, que lo vuelve especial. Desde su composición, la cual se asienta de manera más o menos espiralada, sobre el cerro de San Lázaro y sobre todo, la disposición que fue estableciendo en la medida que fue necesario crecer para mejorar la protección de los ataques hostiles. El castillo en su totalidad está compuesto por 7 baterías (Santa Bárbara, San Carlos y los apóstoles, Hornabeque, de La Cruz, de La Redención, San Lázaro y el castellano de San Felipe de Barajas). Accediéndose  por medio de una rampa, y a lo largo de su recorrido hay rampas, explanadas y una que otra escalerilla; en su interior, el recorrido llega a ser fascinante cada vez que uno lo atraviesa por los túneles que interconectan un espacio con otro: no hay certeza si se llegará al lado, abajo, arriba o al frente,  todo se encierra en una experiencia en donde siempre aparecen sorpresas. 

Saliéndonos de Cartagena y volando hacia el sur del continente, llegué a Buenos Aires. Ciudad en donde se hicieron múltiples visitas, algunas un poco a la deriva o sin una línea conductora para visitar sitios; fue solo recorrido y encuentro. Así es como, cuando estuve merodeando las calles de la Capital Argentina, girando en una esquina me encontré con aquel exosqueleto del edificio del Banco hipotecario central (Clorindo Testa); una construcción que no pasa desapercibida, sin tener ínfulas protagónicas. Estar afuera observándolo es ver una especie de animal que encubre algo bajo su superficie, y de igual manera, como tomar un bocado de comida que tiene un aspecto y va cambiando a medida que se diluye dentro de la boca. Sabor inicial, sabor final: un dentro y un afuera quizá; en la mitad trayectos, recorridos e instantes. (Fascinación y placer).

No es algo nuevo lo que algunos autores dicen acerca de que se puede conocer una cultura a través de la gastronomía, entre otros aspectos culturales como la música, la danza, etc. Por eso es importante probar esos sabores típicos de una región, o que han sido adoptados como propios dentro de un territorio determinado. Estos definen identidad, algunos enmarcan hechos históricos, momentos destacados, leyendas urbanas y recuerdos tan personales que se vuelven rituales para días específicos.

Explorar un espacio, frecuentemente lo he comparado con la experimentación de sensaciones con otros sentidos. Es así como, en publicaciones anteriores, se escribió sobre la conexiones entre los olores y los momentos; inspiraciones a partir de la música, entre otras. 
Inevitablemente, es una relación intrínseca y reciproca entre estas condiciones y emisiones: percepciones. No solo para el devenir, es también para el surgimiento de ideas, de vínculos, de caminos, de alternativas… (Y porqué no, de amores).

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…”Había un sabor escondido o que aparecía hacia el final, luego de haber experimentado una textura y sabor inicial. El vínculo entre  aquellos langostinos recubiertos en ajonjolí y con un toque de salsa de maracuyá, acompañados con espiralados chips de plátano verde se empezaban a disfrutar desde que los ojos percibían el aroma de la tierra, de la cultura. Con esos sabores exóticos símil de sus paisajes con olor a salitre y un mar que se pega con un cielo de múltiples colores, desdibujan las aun vivas casas de madera, antillanas- herencia de los colonos europeos, pero con el toque de sabor de nuestros ancestros africanos”…

…”Al principio no pude distinguir el contenido del plato. Pequeñas piezas cuadradas abultadas en su parte central se enfrentaban en un lago espeso color rojizo; montadas una sobre otra de manera irregular mostraban un afán por salir a la superficie, o por ser el primer bocado. Podía ver como el olor brotaba de ellos, elevándose y difuminándose en el cielo celeste límpido de cúmulos. Su textura no expresó mucho su contenido interior, que al abrirse descargó todo aquel impacto que tenía reprimido. Instantáneamente, se inundó con el lago espeso dándole tonalidades al sabor, gradientes del gusto…”




fotos: Mao.



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